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El escritor César Alonso de los Ríos, que ya descubrió las mentiras que Enrique Tierno Galván contó de sí mismo (familia hidalga de un pueblo de Soria, padre republicano, persecución en el franquismo…), desvela el pasado juvenil de una de las más longevas generaciones intelectuales: participaron en la guerra como intelectuales en la retaguardia, sin marchar al frente; obtuvieron todo tipo de privilegios en los años posteriores, desde cátedras a columnas en periódicos; y, mediante unas hábiles fintas en los años 60 y 70, acabaron convertidos en maestros de la izquierda. En ocasiones, medio siglo de gloria intelectual ininterrumpida.
Sin existencias
Los miembros de la Generación del 36 publicaban en El País; apadrinaron la Transición y el PSOE; criaron camarillas y escuelas de pensamiento que todavía perviven encastilladas en las universidades y las editoriales… pero en su juventud vistieron camisa azul y cantaron la canción alemana Yo tenía un camarada. ¿Quiénes fueron sus camaradas y sus jefes? Para todos ellos José Antonio y Franco; para algunos, Mussolini; y para uno o dos de ellos, Hitler.
El escritor César Alonso de los Ríos, que ya descubrió las mentiras que Enrique Tierno Galván contó de sí mismo (familia hidalga de un pueblo de Soria, padre republicano, persecución en el franquismo…), desvela el pasado juvenil de una de las más longevas generaciones intelectuales: participaron en la guerra como intelectuales en la retaguardia, sin marchar al frente; obtuvieron todo tipo de privilegios en los años posteriores, desde cátedras a columnas en periódicos; y, mediante unas hábiles fintas en los años 60 y 70, acabaron convertidos en maestros de la izquierda. En ocasiones, medio siglo de gloria intelectual ininterrumpida.
Los miembros de la Generación del 36 estudiados por Alonso de los Ríos en Yo tenía un camarada son Pedro Laín Entralgo, con quien comienza el libro, Dionisio Ridruejo, Joaquín Ruiz-Giménez, Jaime Vicens i Vives, Gonzalo Torrente Ballester, José María Llanos, Antonio Tovar, José María de Areilza, José María Castellet, Alfonso Sastre y el menor de esta generación, Eduardo Haro Tecglen. Todos ellos fueron mimados al comienzo de sus carreras por el franquismo o la Falange.
El autor no se limita a recordar hechos innegables como el pasado de cada uno de ellos (Laín Entralgo eliminó de su bibliografía un libro que le acarreó premios en la España nacional: Valores morales del nacionalsindicalismo), sino que hace revelaciones asombrosas. Por ejemplo:
· El padre de la historiografía catalanista, Jaime Vicens i Vives, era pro-nazi y escribió artículos a favor del Eje y del III Reich en la revista Destino, fundada por falangistas catalanes en Burgos.
· El semanario Triunfo, en el que trabajaron él mismo y Haro Tecglen, fue convertida en la revista cultural de la izquierda por obra y dinero de un fascista belga exiliado en España.
Yo tenía un camarada. El pasado franquista de los maestros de la izquierda consiste en un ejercicio práctico de memoria histórica.
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